Aunque no aparecen mencionados como las alteraciones más frecuentes de las personas contagiadas por la COVID-19, existen síntomas otorrinolaringológicos tanto al inicio, como durante el desarrollo de la enfermedad. Dos de ellas, la anosmia (pérdida del olfato) y la disgeusia (pérdida del gusto), pueden ser unas de las claves para la detección temprana de la enfermedad. De hecho, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello ha recomendado desde el mes de abril la inclusión de las alteraciones del gusto y el olfato entre los síntomas de sospecha de infección por COVID-19.

Y es que la mayoría de pacientes diagnosticados con sintomatología leve-moderada presentan alteraciones de estos sentidos según recoge un estudio europeo, recientemente publicado en la revista European Archives of Otorhino-laryngology, realizado en pacientes de España, Francia, Bélgica e Italia. Un 80% dice haber perdido por completo el olfato y 88% tiene dificultades para identificar algunos sabores como el dulce o el amargo. “Pero eso me pasa con cualquier catarro” pensarás. Pues no, porque en el mismo estudio se ha comprobado que un 79% de esos pacientes no presenta síntomas nasales como la obstrucción y la rinorrea que son habituales en un resfriado común. Estas alteraciones no son nuevas en el área de otorrinolaringología pero si es destacable esta particularidad del nuevo coronavirus.

Teniendo en cuenta estos datos preliminares es aconsejable, si se presentan alteraciones relacionadas con el gusto y el olfato, que estas personas presten especial atención las medidas de higiene y distancia de seguridad y vigilen otro tipo de síntomas que puedan aparecer y que sean sugestivos de COVID-19, como la fiebre, la tos o la disnea.

La SEORL-CCC también ha solicitado la colaboración ciudadana para seguir recopilando datos, ya que los resultados obtenidos hasta el momento no permiten conocer completamente el significado de este síntoma en la enfermedad o el porcentaje de pacientes que lograran recuperarse.