Hay acciones como soñar, oír, respirar o crecer, que hacemos a diario pero no podemos controlar… En relación con esto, hoy hablaremos de los movimientos involuntarios de los ojos: los nistagmos.

El nistagmo es una enfermedad oftalmológica que se caracteriza por el movimiento repetitivo, involuntario y rápido de los ojos. Este desplazamiento puede afectar al equilibrio, la visión o la coordinación y ser de diferentes tipos: horizontal, en el que los ojos se mueven de un lado a otro; vertical en el que lo hacen de arriba abajo; o rotatorio.

Las causas son diversas, una patología (como la esclerosis múltiple, un infarto, traumatismos…) o simplemente por el consumo de sustancias estimulantes o un mareo. A partir de aquí, podemos conocer el tipo de nistagmus que nos encontraremos:

• Fisiológico. Se suele producir por seguir el vaivén de algunos objetos, por mirada extrema o por movimientos de rotación de la cabeza. Estos casos suelen ser temporales ya que lo que busca el ojo es una estabilidad.
• Patológico. Existen 3 tipos:
  • Idiopático. Es el que aparece en los primeros meses de vida y se desconocen sus causas.
  • Neurológico. Se asocia a patologías que tienen que ver con el sistema nervioso.
  • Sensorial. Se relaciona con la vista. Puede ser por enfermedades de la retina, cataratas etc.

En lo relativo al tratamiento debemos, como en cualquier caso, conocer antes cuáles son sus peculiaridades: la frecuencia en la que se dan, si es congénito o adquirido, las causas… a partir de ahí decidiremos como tratarlo.

Debido a que es una enfermedad de carácter principalmente neurológico no tiene un tratamiento que lo elimine por completo, las mejores estrategias de actuación irán enfocadas a rebajar la velocidad e intensidad, a reducir los movimientos de la cabeza que origina o a recolocar la posición de los ojos. En cualquier caso, la cirugía es una opción que está muy presente, así como las inyecciones de toxina botulínica o la utilización de gafas con primas.